Kintsugi

 



Por: Abigaíl Hernández Cruz


Sé que te han hecho sentir menos. Que te han mirado hacia abajo aun cuando tú estás más arriba. Sé que te dolió, y nada me gustaría más que poder hacer algo para cambiar todas las noches que pasaste llorando, sin dormir. Sé que te agobian los problemas, las dudas, las responsabilidades, los “tienes que” y los “deberías ser como”. Me gustaría poder curar todas tus heridas, alejar tus miedos y hacerte borrar todos los malos recuerdos.

No vengo a decir que no importan tus sentimientos, que solo son tonterías y que nadie los quiere escuchar. Estoy aquí para hacerte una pregunta: ¿y si dejas de atormentarte? ¿De ser tan dura contigo? El mundo ya tiene ese papel de poner las expectativas tan altas que es imposible para cualquiera alcanzarlas. No vas a ser la primera que falle en esa absurda búsqueda de complacer al resto. Y está bien. No tienes que cumplir con expectativas que no sean las tuyas. 

No le hagas caso al mundo, a la sociedad. No te entristezcas por todos los sueños que debiste apartar. Sabes que en lugar de esos llegaron otros mejores, otros que te ayudan a ser más tú. No te entristezcas por haber perdido a tantos “amigos”: ahora te veo más feliz sin ellos, sin esas cadenas que solo estaban ahí para evitar que crecieras, que volaras.

Solo hay una cosa por la que puedes estar triste: por dejarte. Por quitarle importancia a todo lo que se tratara de ti. Por presionarte tanto para conseguir esa aprobación, porque siendo sinceros, ¿quién puede hacer feliz a todo el mundo? En algún punto del camino te dejaste y lo que siguió fue solo tu cuerpo cargado de responsabilidades que los demás te impusieron, metas a las que te dijeron que tendrías que llegar, ¿y dónde quedaste tú?

Pero basta, hoy te pido que dejes de oscurecerte, que olvides los pensamientos que te dicen que tienes algo malo, que eres un producto defectuoso, que te olvides del sentimiento de que no vales, de que un detalle que en realidad te hace diferente y especial te hace menos que el resto.

Todos tenemos fantasmas, lo sabes bien, Y qué orgullo ver que has aprendido a verlos de frente y decirles “Sí, eres parte de mi vida y estamos juntos en este viaje”. Qué orgullo ver que ahora convives con ellos y no te avergüenza decir que existen. Eres tú gracias a ellos. Eres tú gracias a cada caída, golpe, lágrima, obstáculo y cicatriz. Si no fuera por todo lo que llegaste a ver como malo, no serías el maravilloso ser humano que eres ahora.

Sí, tropezaste con muchas piedras; tal vez esa era la única manera de que te dieras cuenta de que tienes alas, de que naciste para volar.

Necesitarás valor. No digo que no lo tengas ya: has demostrado que tienes más de lo que muchos pueden incluso soñar. Pero vas a necesitar un poco más, porque habrá días en que los pensamientos volverán a oscurecer tu arcoíris y no querrás dar un solo paso.

Necesitarás fuerza para salir al mundo y decir “Sí, esta soy yo. SI te gusta, bienvenido. Y si no, a estorbar a otro lado”. Y sobre todo necesitarás fuerza para luchar por cada uno de tus anhelos y demostrar que puedes con eso y más a todos los que te dijeron que tú no por mujer, por rara, por enferma.

Sé tormenta, sé huracán, sé implacable, feroz, poderosa. No ocultes tu propio brillo: hay personas a las que les molesta tanta luz, y no por ellas el sol deja de brillar.

No huyas de tu grandeza: naciste para sobresalir, no para seguir al resto. Párate frente al espejo y promete que te levantarás más fuerte después de cada caída, más sonriente después de cada llanto, más valiente después de cada batalla.

Ahora solo perdónate por dejarte a un lado. Mira al reflejo a los ojos y di “Te amo”, porque amarte a ti es el primer paso para amar a los demás. Amarte a ti es el primer acto que te vuelve una superviviente. Y estás a dos palabras de llegar a la meta.

Posdata: está bien que te rindas hoy, que dejes de sonreír, que no salgas de la cama ni para bañarte, que te olvides del mundo. Está bien que te rindas hoy. Pero mañana es un nuevo día. Mañana seguro será tu día.

 

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